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Yule

Con la llegada de la Navidad, entre tanto regalo, comidas y decoraciones, podemos pararnos unos minutos a reflexionar sobre su origen.

Lo que conocemos como Navidad, realmente, tiene su origen en la cultura pagana, en festividades anteriores como Yule (para los celtas y nórdicos) o los Saturnales (para los romanos), y que celebraban el solsticio de invierno.


Yule es uno de las 8 sabbats de la rueda del año celta. Se celebra en el solsticio de invierno (entre el 20 y el 23 de Diciembre en el hemisferio norte, o Junio en el hemisferio sur). Normalmente, suele acontecer durante el mes de Dumannosios (a veces Rivros), en el calendario celta continental.




Yule era un gran celebración, pues la diosa, daba a luz al dios sol. La tierra, queda en letargo durante el invierno, y el sol comienza a crecer. Esta es la explicación mitológica que daban al solsticio, pues, a partir de este punto, los días comenzaban a ser más largos y la noche, la oscuridad, iba desapareciendo poco a poco.

La llegada de la luz, también era para ellos un recordatorio de que todo es cíclico, y que después de la muerte, viene el renacimiento. Recordamos que estos pueblos creían en la reencarnación. Con la luz, llegaba la vida.


Esta fiesta duraba originalmente 12 días. Se celebraban grandes cenas con mesas ornamentadas, donde se reunía la familia. Del mismo modo, se honraba a los ancestros que ese día no estaban. Decoraban las casas, entonaban canciones y tenían sus propias costumbres. Las fiestas empezaban con un sacrificio a los dioses, especialmente aquellos que representaban el sol y la fertilidad, como Frey. Después, se encendían grandes hogueras, se preparaban banquetes, juegos, bailes populares y se repartían regalos.


Árbol de Yule


Por supuesto, ellos también ponían y decoraban un árbol de hoja perenne como el abeto. Este, representaba el Yggdrasil, el árbol de la vida, ya que eso es lo que se celebraba en estas fechas, la vida. Se cortaba un árbol y se metía en casa. Después, lo decoraban con piñas, plumas, manzanas, velas...

Realmente, la simbología actual que tenemos del árbol, es muy similar al concepto pagano de la Navidad. Las bolas, representan la figura del sol, una esfera (originalmente roja o dorada) de fuego, a la que damos la bienvenida. Las luces, a modo de sustitución de las velas, representan la llegada de la luz y la renovación. Seguimos colgando piñas, muérdago y acebo como hacían ellos.


El tronco de Yule


Se preparaba un tronco del árbol de Yule del año anterior. Este tronco, tenía como cometido ahuyentar a los malos espíritus y propiciar la abundancia y fertilidad. El tronco ardía unas 12 horas, durante toda la noche. Por la mañana, las cenizas del tronco calcinado, se recogían y posteriormente se extendían por los campos de cultivo para que la cosecha de ese año fuera buena. A día de hoy, en la cultura neopagana, se siguen guardando estas cenizas, pues tienen propiedades mágicas.

De aquí, viene el nombre del conocido postre del Tronco de Yule.


Odín, y los regalos.


Se creía que por estas fechas, Odín se encargaba de mantener el orden y espantar a los malos espíritus. Iba sobre Sleipnir, su caballo. Por lo tanto, si los niños habían sido buenos, y durante esa noche, dejaban en los zapatos un poco de heno y agua para Sleipnir, el dios Odin, les recompensaría con un regalo.

Esto os sonará a dejar agua y galletas para Santa, o para sus renos. En España, lo mismo para los Reyes Magos y sus camellos.


Incluso las costumbres como besar bajo el muérdago, tiene un origen celta. Esta planta, sagrada y símbolo de la fertilidad y la abundancia, decoraba las casas, al igual que otras . Besar bajo el muérdago, era una manera de llamar a la fertilidad y la abundancia para esas personas.


Adaptación de la fiesta.


Como veis, todo lo que habéis leído, tiene una estrecha relación con la actual idea de la Navidad.

Para los cristianos, la navidad celebra el nacimiento de Jesús, pero... ¿Se conoce cuando nació realmente? No. Se desconoce la fecha de nacimiento real, y durante un tiempo se celebró en primavera. La asociación a este día, viene 3 siglos después al nacimiento de Jesús. Eligieron el solsticio de invierno como día de la natividad, pues la asociación simbólica era la más semejante. Y así, poco a poco, se dejó de celebrar en nacimiento del sol y la llegada de la luz, para celebrar el nacimiento de Jesús.


Esta es la razón, por la que la gran mayoría de costumbres navideñas que tenemos, no tienen una explicación cristiana, ya que su origen data de mucho antes.


Sabiendo todo esto, os animo a que celebréis Yule, y si celebráis la Navidad, que lo hagáis con otro punto de vista. Os dejo las correspondencias de hierbas, plantas, colores y demás para que podáis usarlas a la hora de montar vuestros altares y preparar rituales.


Feliz encuentro.


Correspondencias


Colores:

Verde: Abundancia, fertilidad, vida, salud, nuevos comienzos

Dorado: Regalos, prosperidad, riqueza, energía solar, dioses y reyes.

Rojo: Vitalidad, fuego, fuerza vital.

Blanco: Protección, invierno, silencio, paz, calma, limpieza


Hierbas y árboles:

Cardamomo: Divinidad, intuición, misticismo y poderes psíquicos

Canela: Acceso a reinos espirituales y astrales, autoridad, intuición, fuerza

Clavos: Atracción, autoridad, divinidad, salud, poder, protección y purificación

Muérdago: Curación, paz, prosperidad, descanso, fertilidad.

Hiedra: Nacimiento, intuición, regeneración, transformación, renacimiento, vitalidad.

Cedro: Coraje, determinación, disciplina, longevidad, prosperidad

Pino: Fertilidad, salud, protección.


(Otras plantas: Nuez moscada, menta, romero, salvia, azafrán, abeto, picea, acebo, nuez...)


Cristales:

Ónix: Equilibrio entre mente y espíritu, crecimiento y protección

Tanzanita: Disipa la negatividad, ayuda con la depresión y da claridad mental

Turquesa: Alegría, curación, poder y protección


Animales:

Oso: Símbolo de la hibernación, del invierno, de salir del letargo. Luz y vida. Familia

Reno y ciervo: símbolos del bosque, del dios astado que reina durante el invierno. Si son blancos, también hacen referencia a la diosa.


Tarot:

El ermitaño

El mundo

El mago




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